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El edificio
De construcciones, pérdidas, tipos que intentan saltar más alto y de Rapunzel.
El pasado miércoles, en vísperas del Atleti-Barça de Copa, un avispado animador sociocultural que trabaja para ese programa de varietés llamado “El Chiringuito” preguntaba a Enrique Cerezo si la continuidad de Simeone dependía del resultado del partido. El presidente del Atlético de Madrid actuó esta vez con criterio y ni siquiera se tomó en serio la pregunta. “A ver si hacemos un edificio en condiciones y dejáis de ser un chiringuito”, dijo.
Irónicamente, ese es el quid de asunto: construir un edificio en condiciones.
Q&A

Europa Press - Foto publicada en El Confidencial
Pocas horas después, el FC Barcelona derrotaba al Atleti en el Metropolitano, lo que nos privaba de acceder a la final de la Copa del Rey (y nos ahorraba tener que sufrir otra pandemia nacionalmadridista).
No me apetece mucho hablar del partido, o de la táctica, o de las consecuencias de quedarnos sin posibilidades de conseguir un título a principios de abril. Me apetece más reflexionar sobre el lugar en el que estamos, y eso es lo que haré unos renglones más abajo, pero pasemos antes por una rápida batería de preguntas y respuestas.
¿Se equivocó Simeone en el planteamiento contra el Barça? Creo que sí.
¿Debería cuestionar eso la labor de Simeone al frente del banquillo colchonero? Me remito a la respuesta de Enrique Cerezo.
¿La temporada es un fracaso? La temporada, para empezar, no ha terminado. Has caído en semifinales, teniendo posibilidades de seguir hasta el último minuto y contra el equipo más en forma de Europa, que además te dobla el presupuesto. Estás fuera de Champions porque la todopoderosa UEFA ha tenido que sacar su maquinaría más siniestra, en la tanda de penaltis, para que el equipo más rentable de la competición, otro que te dobla con creces el presupuesto, pueda seguir su andadura. Y en la Liga estás a tres partidos ganados de esos mismos dos transatlánticos. No sé, yo tengo otro concepto de fracaso. Eso sí, tengo claro que jamás consideraré fracaso el no ser capaz de cumplir tus sueños.
¿La afición del Atleti es conformista? No conozco un sólo colchonero que no esté jodido con lo que ha ocurrido. No conozco un sólo colchonero que esté conforme con lo que ha pasado y que no quiera algo mejor. Es decir, no. Lo que creo que molesta en el extranjero, que son los que nos llaman conformistas, es que la mayoría de colchoneros entendamos la realidad que pisamos y que querer algo mejor no implica automáticamente un baño de sangre y buen surtido de cabezas.
1,85m.
El RCD Español va a disputar 40 partidos en la temporada 2024/25. El Atlético de Madrid, suponiendo que no llegué muy lejos en el Mundial de Clubes, jugará 58. Todo esto, sin contar con la casi decena de partidos internacionales que una mayoría de futbolistas colchoneros han tenido que jugar con sus selecciones, a diferencia de la mayoría del resto de equipos de la Liga. Es decir, hace tiempo que las temporadas deportivas son conceptos diferentes en función del equipo al que se aplique. Es decir, planificar una temporada debería tener en cuenta el equipo que eres, lo que vas a tener que afrontar y a dónde aspiras a llegar.

Cuando los aficionados rojiblancos imaginábamos este verano el equipo que nos llevaría a triunfar en la temporada venidera, lo que hacíamos era soñar con ese once demoledor que nos haría tocar la gloria. Un portero, dos centrales, un cinco, un nueve… Ingenuamente, rememorando seguramente los tiempos en los que éramos niños, pensábamos que ese once era el que jugaría siempre. Desgraciadamente, las cosas ya no son así. Y deberíamos saberlo a estas alturas. Un buen once sólo te garantiza competir bien en un partido concreto. Para competir durante toda una temporada, especialmente si te enfrentas contra trasatlánticos, no basta con tener un buen once. Necesitas una plantilla diseñada para mantener el nivel en determinados momentos.
Y eso es lo que no tenemos.
Ahora que parece que el Atleti se ha despedido de la posibilidad de besar el metal de los grandes trofeos, llega la hora de las criticas, de los desmayos y de los reproches. Como ya conté hace un par de semanas, Simeone suele ser el principal foco de las iras, pero lamento decepcionar al que esté esperando que yo también utilice este espacio para hacerle un traje, porque eso no va a ocurrir.
Mi idea de por dónde empieza a resquebrajarse este barco llamado Atleti 2024/25, que es la misma idea que tuve el año pasado, y el anterior, es que tenemos un equipo que no está confeccionado para disputar títulos. Así de sencillo. Está construido para sobrevivir en la élite mientras consigue los objetivos económicos que marca la institución (clasificarse para la Champions en Liga y avanzar en la competición europea hasta la fase de play-offs). Ir más allá de eso es algo que entra en el terreno de la suerte, de la incertidumbre, de la fantasía o de la capacidad para hacer magia del entrenador. Y no creo que el equipo técnico, entrenadores y jugadores, renuncie a ganar nada, lo que creo es que lo normal es que este equipo no llegue a conseguirlo, entre otras cosas porque es muy difícil. Podría ser que sí, ya ha pasado antes, pero tienen que ocurrir muchas cosas a la vez, casi todas fuera de control. Simeone intenta obviar este hándicap. O bueno, se alimenta de él, y algún día deberíamos reflexionar sobre esto. Simeone nos hace creer que podemos llegar hasta cualquier lugar y estoy convencido de que él también se lo cree. A mí me convence, pero la realidad es luego mucho más tozuda que la ilusión, por muy fuerte que sea esta. Alguien que mide 1,85m podrá siempre intentar saltar más, pero nunca dejará de medir 1,85m.
Un par de apuntes para refrendar mi teoría. El catastrófico inicio de temporada de este año coincidió con una obsesión por las rotaciones que creo que tenía mucho que ver con dos cosas: la búsqueda de un sistema de juego que no llegaba y la certeza de saber que para entrar con aspiraciones en el último tramo del año, determinados jugadores no podían jugarlo todo. Rotar en partidos que a priori son poco exigentes parece una obligación contemporánea, pero el Atleti tiene además un grave problema añadido: no sabe jugar partidos en los que, a priori, es claramente superior. Suele ser un desastre. En gran parte porque encaja muy mal con la filosofía que hace fuerte a este equipo (creer en lo imposible, crecerse en las dificultades, defender bien, correr más que un rival superior…). Pero también porque en la plantilla hay muy pocos jugadores con calidad suficiente para ganar partidos solamente por calidad, pocos que se pueden permitir el lujo de gestionar su entrega y muchos que directamente no alcanzan el nivel. Y ese es precisamente el tipo de cosas en las que los equipos poderosos se distinguen del resto.
El mejor tramo del Atleti en esta temporada coincidió con un once que nos sabíamos de memoria y que acabó siendo campeón de invierno. Un once que funcionó hasta que hubo que tocarlo, o que empezó a autoregularse. Pero ya se sabía que la plantilla tenía jugadores muy mayores. Ya se sabía que había demasiados futbolistas clave, que no podían aguantar un nivel de competición de miércoles y domingo. Ya se sabía que el plantel está descompensado (la banda izquierda es un drama, el centro del campo no aguanta un resfriado, no hay nadie que regatee…). Ya se sabía que junto a futbolistas de elite había otros en evidente decadencia y otros tantos con un nivel muy por debajo de los objetivos que se supone que tiene la institución. Se sabía desde hace mucho, pero nadie hizo nada.
El Atleti está mal diseñado desde hace varias temporadas, seguramente porque tampoco se ha pensado mucho en ello. O no se ha pensado como un proyecto a largo plazo, con el objetivo de crecer deportivamente y de una forma orgánica. El Atleti lleva muchos años armándose desde la improvisación, sin pensar en el deterioro natural de la plantilla, priorizando el beneficio económico inmediato y apelando a la magia inagotable de Simeone.
Lo del pasado verano fue quizá otra cosa, pero, en mi opinión, casi peor. Gastarse mucho dinero con las mismas premisas de improvisación y tirando de intermediarios o colegas, no me parece el mejor plan. Quitando a Julián Alvarez, que es lo mejor que le ha pasado al equipo en muchos años (y que costó lo suyo), la plantilla creo que ha mejorado lo justo. Un delantero mayor y carísimo, que nunca hizo nada reseñable (más que el año pasado) y que no es titular. Un inglés carísimo, que no era titular en su equipo de origen, que tampoco lo es aquí, que no vale para mediocentro de este equipo (aunque alguno diga que sí), que tampoco es volante, que no tiene último pase, ni toque, ni rapidez, ni gol, ni despliegue táctico. Un francés descartado tres veces por el Barça (y por el Tottenham y por el Aston Villa), que llegó cedido, y que es titular indiscutible, simplemente porque no hay otro central zurdo. Y otro francés, aunque este juegue en la selección española, también carísimo, que sin marcar un antes y un después en la defensa del Atleti, al menos sí parece cumplir con cierta solvencia. Visto en conjunto, no parece como para echar cohetes. Ayer sólo jugaron de inicio Julián y Le Normand, este último fuera de sitio. Significativo.
Así que no. Ni me creo los lamentos de los que anunciaban la mejor plantilla de la historia y una temporada gloriosa, no me creo a los cenizos que culpan de todo a Simeone, ni me creo a los que dicen que Simeone no tiene culpa alguna. El tema es algo más complejo. Y tampoco creo que los jugadores, en general, hayan rendido muy por debajo de su nivel. Para bien y para mal, creo que el Atlético de Madrid está exactamente en el punto en el que su actual dirigencia ha decidido que esté. Ni más, ni menos. Simeone lleva años intentando que el equipo salte como una rutilante estrella de la NBA. Y a veces lo consigue, pero la realidad es que el equipo mide 1,85m.

Rapunzel
El otro día me encontré con uno de los pocos valientes que todavía lee esta newsletter y me dijo que le gustaba mucho que hablase de música, pero que solamente ponía canciones de Pop de los años 60 y 90.
Y he visto que tiene razón.
Así que me voy a despedir marchándome a la otra punta del espectro musical (en realidad, no tanto) y adentrándome en los terrenos del… ¿Hip Hop?
No soy un entendido del genero, ni mucho menos, pero reconozco que en la última década he pasado de ignorar por completo un movimiento complejísimo (y mucho más diverso de lo que parece) a sentir curiosidad por él y a, poco a poco, ir acumulando un buen puñado de discos y canciones que realmente me gustan.
La canción que he elegido usa el hip-hop desde un planteamiento eminentemente Pop y quizá por eso me gusta tanto. Su autor es un tipo australiano llamado Paul Reid (aunque se hace llamar Drapht), que curiosamente cumple años el mismo día que yo. Me topé con él de casualidad, viendo un comercial de la televisión estadounidense, pero todo esto da igual. Lo importante es que la canción me encanta y que a lo mejor sirve para animarnos un poco.
¡Hasta la semana que viene!

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